Venganza bajo cero

Venganza bajo cero: Neeson y decenas de cadáveres

Nels es un ciudadano ejemplar; buen trabajador, esposo y padre. Se gana la vida con su máquina quitanieves en el frío norte. Un día su hijo fallece por sobredosis; Nels no acepta el diagnóstico, realiza una investigación particular y termina ajustando las cuentas a quienes mataron a su hijo.

Hans Petter Moland rueda la versión norteamericana de su Kraftidioten, en la que Stellan Skarsgard interpretaba a Nels. En Hollywood un padre de familia convertido en frío vengador se llama Liam Neeson (La lista de Schindler), quien ha encarnado ese papel varias veces, tantas que el paso de honrado trabajador a vengador despiadado lo efectúa con una sorprendente facilidad, lo que quita fuerza a la historia -o añade un misterio: ¿quién es este hombre?-, que queda sin resolver.

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El director rueda con soltura y mantiene despierta la atención del espectador todo el tiempo; también consigue captar la belleza de algunos paisajes y ciudades nevadas; pero hay que decir que el guion -la adaptación que hace Frank Baldwin de esta historia nórdica- desconcierta: ha construido en torno a la investigación de Nels sobre la muerte de su hijo un mundo curioso en el que se dan cita todo tipo de estrafalarios criminales que adornan la historia con golpes de humor negro, que casi nunca vienen a cuento ni tienen gracia. Algunos podrán encontrarlo una original manera de animar una historia siniestra; lo cierto es que el relato parece avanzar al buen tuntún hasta su delirante escena final, niño incluido.

Si a uno le gusta contar cadáveres y no tener que pensar, resulta entretenida.