Entrevista a Daniel Hendler, protagonista de El otro hermano y El candidato
· «El cine de autor genera nuevos lenguajes, con esquemas que mezclan estilos y géneros distintos en una misma película»
Daniel Hendler estudió Arquitectura en Montevideo, aunque su interés por el cine le llevó a convertirse en actor de varias películas de Daniel Burman (El abrazo partido, Derecho de familia). En el pasado Festival de Málaga presentó dos nuevos proyectos: El otro hermano, en el que comparte protagonismo con Leonardo Sbaraglia, y El candidato, un curioso filme político con toques de comedia.
¿Cómo acaba un arquitecto siendo actor, director y guionista?
Daniel Hendler/ Es curioso que el actor protagonista de El candidato también sea arquitecto. Creo que, aunque no lo parezca, son dos carreras con bastantes conexiones. Las dos exigen visión espacial, creatividad, saber trabajar en grupo. A mí, desde luego, me ayuda mucho en mi trabajo, a ordenar y estructurar las ideas que quiero expresar. En mi experiencia personal, casi puedo decir que el cine y el teatro me arrancaron de la arquitectura y ya no pude dejarlo. Y pienso que es bueno antes de hacer cine tener una vida anterior, un trabajo más «normal», con las dificultades y las experiencias de la vida corriente.
En el uso metafórico del sonido, El candidato me recuerda a las películas de Paul Thomas Anderson o Pablo Larraín.
D. H./ Sí, en cierta medida queríamos mostrar esos sonidos de pájaros, crujidos de las escaleras, las puertas… para predisponer al espectador. Al escucharse esos ruidos que no tenían por qué escucharse generas una tensión por lo bajo que ayuda a meter al espectador en una historia que quiere desconcertar y sorprender.
De hecho, la utilización de los pájaros subraya precisamente un punto de vista, el de un espectador que se posa y observa a todos lados, pero sin entender muy bien qué está sucediendo. Además, el pájaro vuela, es esquivo, difícil de atrapar. Cuando llega al lugar donde se desarrolla la historia, crea esa mirada ambigua hacia los personajes y una historia que no sabemos si se trata de un thriller o de una comedia.
Supongo que esa gran casa en medio de la nada habla del aislamiento del personaje: un político sin público al que sólo acompañan sus asesores de imagen.
D. H./ Hubo un cambio de localización que fue muy significativo. Íbamos a rodar en otro sitio y al final nos decantamos por esta casa que era la más indicada, pero nos obligaba a hacer algunos cambios en el guion. Teníamos que explicar por qué el protagonista puede llegar a tener una casa tan imponente o hubiese heredado una mansión así. Finalmente, la casa es un personaje más que tiene un significado muy grande para entender al personaje principal y sus motivaciones para lograr un puesto de poder.
Sorprende encontrarse una comedia uruguaya en un festival de cine. Estamos acostumbrados a otro tipo de historias y enfoques en películas hispanoamericanas, quizás demasiado similares y encasillados.
D. H./ Sí, domina la naturaleza del mercado. Los norteamericanos son los primeros que han catalogado el cine en géneros y estilos muy reconocibles. El cine de autor rompe esa inercia y genera nuevos lenguajes, con esquemas que mezclan estilos y géneros distintos en una misma película. Es evidente que todos tendemos a imitar lo que triunfa porque tenemos que hacer productos para un mercado que quiere valores seguros, y eso acaba por empobrecer el arte.
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