Making Of Laura (1944), de Otto Preminger (parte 7): Rodaje y batalla campal

Making Of de Laura, de Preminger | Todo parecía ir sobre ruedas cuando sobrevino el caos. Después de dieciocho días de filmación, Mamoulian abandona la película.

El 18 de abril de 1944, el nuevo equipo de guionistas (Samuel Ho­ffens­tein y Betty Reinhardt) había entregado la tercera versión del guión de Laura, que aún distaba mucho de ser la definitiva. Casi simul­táneamente habían comenzado los ensayos de algunas escenas ba­jo la dirección de Mamoulian, defensor a ultranza de los ensayos pre­vios al rodaje. Y cuando todo parecía ir sobre ruedas sobrevino el caos. El 15 de mayo de ese año, tras dieciocho días de filmación, Mamoulian abandonaba la película.

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Preminger entra en acción

¿Qué había pasado? No es fácil saber­lo. Según la versión del interesado, Preminger le había estado ato­sigando desde el primer día de rodaje con la secreta esperanza de ha­cerse con la dirección de la cinta, y al fin lo había conseguido. Se­gún Preminger, las imágenes rodadas por Mamoulian en los prime­ros días no habían gustado a Zanuck; él se lo había comunicado, co­mo productor, para que comenzara de nuevo, y tras una segunda inten­tona fallida el propio director decidió abandonar el buque. Fi­nal­men­te, Dana Andrews aportaba una nueva versión: la concepción que el director y el productor tenían tanto de la trama como del perso­naje principal (el detective) era diametralmente opuesta: Mamoulian lo quería educado y de buena posición, mientras que Pre­minger lo pretendía tosco y más a la manera de Humphrey Bo­gart. Zanuck decidió: buscaba un contraste dramático entre la exqui­sitez de Laura y el cinismo de Mark, y eso inclinó la balanza hacia el austriaco y motivó la salida del director.

Así las cosas, Zanuck no tuvo más remedio que tragarse sus palabras y aceptar lo inevitable: Otto Preminger debía dirigir la película. Y en medio de una tensión que se cortaba, con todo el casting a la defensiva y bajo la agria mirada del Jefe del Estudio, el nuevo direc­tor comenzó su trabajo. Pero muy pronto surgieron las desavenen­cias. Judith Anderson no se entendía con Otto. Su modo fuerte y germánico de dirigir la atosigaba: del más pequeño detalle se ha­cía rápidamente una montaña, todo era fuente de conflicto y antes de que llevaran una hora en el plató, el ambiente se enrarecía y sal­taban chispas. Preminger impuso un ritmo férreo en la filmación e introdujo importantes cambios en el diseño visual de la cinta. El re­trato original de Laura, que había sido pintado por la mujer de Mamoulian -una artista de reconocido prestigio en Hollywood-, fue sus­tituido por una serigrafía que fotografió un especialista de la Fox. A la vez, contrató una nueva diseñadora de vestuario, Bonnie Cashin, que cambió por completo el look de Judith Anderson (lo que motivó nuevas desavenencias con la ya recelosa actriz). Y, final­men­te, sustituyó al anterior director de fotografía –Lucien Ballard– por otro apenas conocido, Joseph La Shelle. Un cambio ciertamente afortunado, pues La Shelle daría a la cinta ese tono oscuro e incier­to que domina toda la historia desde su primera escena.

Laura
Laura (1944), de Otto Preminger

Sin embargo, este cambio trajo también algunos problemas porque La Shelle era muy lento preparando la iluminación. Con frecuencia no aprobaba el trabajo del iluminista y se demoraba retocando la orien­tación e intensidad de los focos. En cierta ocasión, tras varias de­moras en la preparación de la luz, el marido de Gene Tierney no pu­do aguantarse más y estalló de improviso en el plató: «¡Se acabó! És­tas no son horas. Nosotros nos vamos». Y sin mediar palabra cogió de la mano a su mujer y abandonaron el rodaje esa noche.

El último borrador

A finales de mayo de 1944, cuando Preminger llevaba casi quince días de rodaje, llegó una nueva versión del guión, la cuarta, realizada por el equipo HoffensteinReinhardt. Se habían tenido en cuenta algunas sugerencias de Zanuck, que era bastante reacio a las narraciones en off. Así, junto a la desaparición de algunas escenas redundantes o innecesarias, se eli­minó también la pluralidad de narradores. El relato en off de Lau­ra, que abría el último tercio de la película, fue suprimido por comple­to, con lo que este personaje quedaba ahora en un ligero segundo plano. Más drástico aún resultaba el corte producido en la narración de Mark: en la famosa escena de su regreso al apartamento de Lau­ra, mientras vemos cómo revisa sus cosas, sus prendas, sus objetos personales, mientras le vemos fascinado ante el retrato de la supues­ta difunta y comprendemos que se ha enamorado de ella, allí ha­bía una larga y expresiva narración que Zanuck decidió cortar. No sin forcejeos con Preminger, este criterio se impuso y la película adqui­rió así una mayor simplicidad, quedando Waldo como único narra­dor de toda la historia.

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 1)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 2)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 3)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 4)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 5)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 6)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 8)

Laura (1944), de Otto Preminger (parte 9)

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